BIENVENIDO, BIENVENIDA

Ocurrió en un lugar, ocurrirá y ocurre, corresponden a un verbo tan exclusivamente humano que transporta imaginariamente el espacio en el tiempo con la conciencia del enigma histórico. Las dos coordenadas se enlazan insolubles en esta iniciativa de una madre y de un hijo, de una mujer de casi cincuenta años y de un joven de veintisiete años a los que les une no solo la sanguineidad, que a veces en parecidos proyectos no es tan significativo, sino también la ilusión de emprender un proyecto abierto a la creatividad con soporte informático y compartirlo con los que lo deseen.

¡Que altruista bienvenida desde este lugar donde vivimos como si fuéramos el ojo de Osiris, desplegando con la imaginación nuestro entorno variado, de razas, lenguas, aguas, religiones, como si se tratara de un abanico geográfico, un regalo postrado a los pies de nuestra mirada!

viernes, 1 de octubre de 2010

UNO DE OCTUBRE, UNO DE CUATRO

La mañana es fresca. Es envolvente con su transparencia y su esperanzador sol. El tránsito crepuscular que he vivido desde mi casa, por ser madrugadora, me ha abierto la facultad de ver más allá de las figuras geométricas de los elementos de la ciudad o de los sonidos rutinarios que en ella se manifiestan mientras me dirigía al trabajo.

El mundo esconde emociones y yo los encuentro a mi paso. No puedo dejar de conmoverme al fotografiar con palabras cuatro figuras que se adelantaban a mi paso. Sé que van al colegio, el que está detrás de mi edificio laboral. La madre lleva un pañuelo estampado oscuro en la cabeza y una larga rebeca, que ahora está de moda y que se amplia, como un ala delta, con el aire que desplaza su andar ligero. De la mano derecha lleva a un niño; de su mano izquierda una niña; detrás, le sigue la mayor, con dos trencitas finas divididas por una raya algo quebrada. Lleva en sus manos caídas dos teleras de cuadros con la merienda para todos, para el recreo como si sus brazos fueran también trenzas lazadas. A cambio, su maleta rosa y pesada, se cuelga del hombro de su madre. Son todos menudos. Pero en el andar hay alegría y deber, ampliándolos de tamaño. Van a la escuela. Van juntos y alegres, dirigentes. La niña pequeña, con flequillo y una trenza, camina con pasos cortos para ir al compás de los de su madre. Es la más rellenita. Lleva unos pantalones de algodón rosa palo, flexibles y ajustados, y una rebeca de un azul precioso que no llega a ser ni eléctrico ni marino, sino más bien una mezcla de ambos, igual que la de su hermana. ¿Por qué me emociona? ¿Qué es lo que me conmueve? ¿Será, la estrecha hermandad, la ausencia, la pena, la novedosa entereza ..? Me conmueve la estampa y la suma de detalles que la conforman. Pero ¿qué más? Necesito deesmedejarlo. Ayúdame a definirlo.

Al cruzar el semáforo toda la gente se une en una mancha de colores, pero ellos continúan pegados y rítmicos, distinguidos entre todos. La hija mayor, los sigue con sus dos talegas de tela, una a cada mano, como si fuera una balanza, de cuadrados suaves, de ahorro; su madre soporta su mochila mientras sujeta con fuerza a los dos pequeños, con justa sujeción. En el niño brilla su pelo negro. Se vuelve y me mira con ojos grandes y curiosos. La niña pequeña interacciona de vez en cuando con la mayor, buscándola, riéndose cuando se miran. Se la nota contenta por su caminar andarina, de pasos cortos que tanta gracia me hace, con la energía del brote de la vida como si fuera una rosa en primavera. Pasos cortos y seguros amarrados de la mano que le da seguridad. Como una piña se unen por la cercanía del paso. Entrañable imagen. Responsabilidad para una entrada en el colegio puntual. Se ha preparado el acontecimiento. Se nota, en la limpieza de la maleta, en el orden del grupo, en el andar rápido, en el requerimiento puntual, también el desayuno y el tente en pie del recreo. Veo esmero y amor en ellos. Siento un empuje de dedicación generacional y ahorro, de ejemplo amoroso y sensato. Siento la fuerza de la mejora familiar y la riqueza que aporta: ¡sus manos están tan llenas y agarradas!