BIENVENIDO, BIENVENIDA

Ocurrió en un lugar, ocurrirá y ocurre, corresponden a un verbo tan exclusivamente humano que transporta imaginariamente el espacio en el tiempo con la conciencia del enigma histórico. Las dos coordenadas se enlazan insolubles en esta iniciativa de una madre y de un hijo, de una mujer de casi cincuenta años y de un joven de veintisiete años a los que les une no solo la sanguineidad, que a veces en parecidos proyectos no es tan significativo, sino también la ilusión de emprender un proyecto abierto a la creatividad con soporte informático y compartirlo con los que lo deseen.

¡Que altruista bienvenida desde este lugar donde vivimos como si fuéramos el ojo de Osiris, desplegando con la imaginación nuestro entorno variado, de razas, lenguas, aguas, religiones, como si se tratara de un abanico geográfico, un regalo postrado a los pies de nuestra mirada!

jueves, 24 de marzo de 2011

DIA DEL TEATRO

Yo empecé a amar al teatro cuando me enamoré de ti, don Juan Tenorio.

Altivo y orgulloso, vanidoso, egoísta, sin entender de fracaso ni de quiebros, el amor no tuvo fracasos en tus aventuras, sino conquistas en tu obra y, por eso se creó el lazo de la atracción invisible y tan duradera. Y me conquistaste con tus dinámicos pasos encima del escenario, con tu voz impostada de inteligente embriaguez, ¡oh!, encubridor de engaños...te desee.

Me moví al instante hacia el escenario, atraída por la fuerza de la transformación. Yo quise engañar a mi propio presente con la realidad simulada. Tú estabas allí y allí tenía que dirigirme con la fuerza de la unicidad del instante como si otro no fuera a existir jamás. Y quise subirme a él porque tú estabas en él. Y podía transformarme porque tú te transformabas igualmente. Conocer el teatro era poseerte.
No me sentí doña Inés, ni otra mujer de tus conquistas, más bien engrandecí con múltiples posibilidades enredadas en el reto de la imaginación.
Al subir al escenario, curiosee, aprehendiendo el contexto, me descubrí y sabiéndote, te quise.

¿Dónde está mi don Juan Tenorio hoy? Lo veo en cada encuentro, dando lo mismo sentirlo como compañero de trabajo, maestro guía, como secretario entre papeles portuarios. Su serenidad es ambulante y yo lo sigo con el pulso del corazón. Voy con él en cada texto que oigo interpretar, en cada obra sin palabras, en cada escenario.
Nos quitaron el edificio en el que yacen los taconeos, los ensayos, las simulaciones y las caracterizaciones. Miedos antes de la representación y alegrías después de ellas. Lo escayolaron y lo tapiaron todo. Lo desfiguraron. El espíritu está enterrado detrás de una escayola. Las voces, nuestras voces, las enterraron vivas para olvidarlas. Pero a mi me hablan.

Ahora acompañas a tu amado en un quiebro de salud y la sabiduría inunda el espacio y el tiempo del presente. ¡Cuanta alegría!. ¡Que abrazo más grande y tan lleno de buenos deseos!…Solo para quién lo viva o lo haya vivido, podrá comprenderlo y compartirlo.

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